La cocina de Ana, un proyecto muy diseño slow
Con esto de la vuelta al cole nos hemos puesto ordenar y organizar, y mirando hacia atrás hemos visto que nunca os hablamos de esta cocina, uno de nuestros primeros proyectos.
Hace poco volvimos a la casa de Ana, que nos invitó a comer (es lo que tiene trabajar mano a mano, que acabas haciendo amistades maravillosas y de vez en cuando dándonos una tarde slow) e hicimos algunas fotos de la cocina “vivida” así que ya tenemos suficiente material para enseñárosla en detalle.
Fue un verdadero placer ver como Ana disfrutaba cocinando y cómo algo que creamos juntas le es tan útil y tan a su medida, cada día que pasa esta más enamorada de su cocina y no son cosas nuestras, son palabras de su boca.
¡Ahí va la historia!
Ana es vecina de Pablo y Esther, y se decidió a llamarnos cuando vio lo contentos que estaban con su cocina slow. Muchos de nuestros proyectos llegan así y por eso para nosotras sois tan importantes, el boca oreja es nuestra principal vía y nos encanta que sea así, que nuestros clientes hablen bien de nosotras nos hace ver que vamos por el buen camino.
Muchas veces nos comparamos con los restaurantes, hay algunos que tienen éxito porque son baratos, otros porque están en la ubicación adecuada o porque se ponen de moda… pero otros son los que funcionan por recomendación y para que alguien recomiende un sitio, tiene que haber entrado, haber sido bien atendido y haber quedado tan satisfecho como para volver y hablar bien de ello. Ser un estudio por recomendación para nosotras es lo mejor que nos puede pasar porque es sinónimo de todo lo anterior.
Así que después de este punto de partida estábamos ante una nueva oportunidad, pero también todo un reto y una responsabilidad.
¿Cómo hacer una cocina diferente en un espacio que es el mismo? El “respeto” que nos daba al principio se disipó en la primera reunión, cuando haces un proyecto pensando en el cliente, de la mano con él y sus necesidades es imposible que pueda haber dos proyectos iguales ya que no hay dos personas que lo sean. El problema viene cuando se imitan modas o se generaliza.
El estudio profundo de cómo un espacio se adapta a una determinada persona lleva a que la satisfacción por parte del cliente sea total y eso es lo que pasó con Ana.
Ella es una persona independiente, muy detallista, con muchos amigos a los que le encanta invitar a comer.
Quería que la cocina fuera el centro de su nueva casa, la idea de la familia reunida alrededor del hogar, que tradicionalmente era el sitio donde se encendía el fuego (generalmente con leña) en una vivienda y que solía estar ubicado en el espacio común (que hacía las veces de cocina, comedor y estancia).
Y esa fue la idea base del proyecto, junto a que se buscaba una cocina cómoda (Ana no es muy alta y la cocina está pensada para ella) y muy vivible ya que le encanta cocinar.
Además, otra cosa que le preocupaba a Ana es que la cocina quedase desconectada del resto de la casa (a diferencia de la cocina de Pablo y Esther, Ana decidió dejarla abierta al salón-comedor). Entonces creamos algo a lo que llamamos “la pared viva”. Un juego de baldas iluminadas que remarcaban la horizontalidad del espacio y que comunicaban la cocina con el comedor. Cada balda con su uso, de una determinada anchura y a una determinada altura para que sean útiles y no estén meramente de adorno.
¡Ya nos hemos enrollado bastante! Hemos cogido con fuerzas la vuelta, ¿eh? Nos callamos para que disfrutéis de las estupendas imágenes.
La cocina con una gran isla central es el foco de la casa, un lugar de reunión, de compartir.
Lleno de detalles, sin dejar nada libre a la improvisación. Una cocina llena de espacios medidos y controlados para que el día a día sea fácil.
Es una cocina muy natural, el granito de la encimera, la madera natural de las puertas…reflejan su personalidad.
¿Y tú? ¿Quieres una cocina que te haga la vida más fácil y de la que no quieras salir ni a tiros? Con la metodología slow no hay lugar para el error ;)