Alternativas slow a la playa y las procesiones
Emmme Studio Interiorismo
¡Ay Señor! Que con la pila de trabajo te has olvidado de que la semana que viene llegan unos días free y tú sin plan ni ná de ná, empiezas a temblar y abres "rastreator" buscando ese apartamento idílico frente al mar de última hora y… ¡ta-chán! ¡lo encuentras! Y ¡ta-chán! ¡cuesta un riñón y los ahorros para la universidad de tus (no) hijos!
Pues que no cunda el pánico, te traemos tres opciones muy slow llenas de ventajas; entre ellas, no tendrás por qué comer arroz lo que queda de año y no morirás en la lucha por plantar tu sombrilla en cualquier hermosa (y petada) playa del este/sur peninsular.
1. Irte al pueblo de tus padres/abuelos
O si eres tan de ciudad que de eso no tienes, siempre te puedes apropiar del de algún amigo.
En los pueblos siempre hay grandes cosas para hacer. Puedes dormir, desconectar, descansar y levantarte a las 12 sin ruidos más allá que el del gallo despertador o el perro del pastor.
Puedes explorar los alrededores, irte de excursión, preparar bocadillos de tortilla y disfrutar de la compañía y la naturaleza.
Sacar la silla de camping a la calle y ver pasar aviones.
Puedes hablar con los lugareños, siempre tienen buenas historias para contar y a veces son grandes maestros. Además seguro que cualquier vecina tiene unas torrijas recién hechas que quitan el sentido y qué mejor plan que arrimarse al anochecer a la chimenea y compartir una buena charleta.
Seguramente no seas el único que opte por esta opción y puede hasta que te reencuentres con amigos de la infancia.
Y si a la vuelta alguien te pregunta dónde te has ido de vacaciones, saca pecho y di: 'a una casa rural'.
2. Aventurarte a subir al norte
¿Pero quién ha dicho miedo? Ir al norte es jugar a la ruleta rusa, puede que caiga el diluvio universal pero cuentan que a veces sale el sol y entonces no hay nada comparable.
De todas formas, no solo de sol vive el hombre, también de percebes, pulpo, fabada y eso sí, como en el norte no se llena la barriga en ningún sitio. Y bien barato oiga.
Además estás de vacaciones, y quedarse en casa, calentita viendo llover es una de las cosas más relajantes que puede haber. Llenarse de aire fresco para volver cargadito de energías y aguantar hasta el siguiente puente (te avisamos con tiempo de que es el 1 de Mayo, no nos hagas tener que buscarte más opciones (s)low).
Y si a la vuelta alguien te pregunta dónde te has ido de vacaciones, saca pecho y di: 'de turismo gastronómico'.
3. Redescubrir tu ciudad
Vale, sí, parece la opción más pocha de todas perooo, dale una oportunidad y sigue leyendo…
Actúa como un turista, busca un plano de tu ciudad, marca monumentos, restaurantes, actividades... Ponte calcetines con sandalias y sal a redescubrir tu ciudad. Y es que a veces solo hace falta mirar con otros ojos.
Descansa, no pongas el despertador, siéntate en la terraza de la Plaza Mayor al sol, aprovecha lo bueno que te da tu ciudad ¿playa, montaña, historia, procesiones?
Y si a la vuelta alguien te pregunta dónde te has ido de vacaciones, saca pecho y di: 'de por aquí y por allá'.
En este estudio cada una ha tirado por una de las opciones, así que la semana que viene ¡we are closed! Pero volvemos el lunes 17 con algún kilito de más, y alguna ojera de menos ;)
Disfrutad y ya sabéis, ¡la vida slow, la vida mejor!
El equipo de emmme studio
*Fuente de fotografías: Pinterest. Si sabes el autor de alguna de ellas, escríbenos y estaremos encantadas de nombrarle (o retirarlas en el caso de que así lo quiera)